A pesar de que los días son muy largos en verano, decidimos salir temprano para ir con un buen margen de luz, y a las 6.15 de la mañana empezábamos a andar. Al comenzar el ascenso hacia Black Lake, dejamos atrás la densa niebla que se depositaba en el valle. Al llegar al pie de Mount Talbot, me sorprendió que la cara norte tuviese tan pocas vías abiertas, teniendo en cuenta que es una de las montañas con más fácil acceso desde el refugio, además de que la roca es excepcional. Perdimos algo de tiempo considerando abrir una vía nueva facilona en la cara norte, pero al final decidimos ir sobre seguro y ser fieles al plan original.
Caminamos sobre el campo de nieve al pie de la cara norte y rodeamos la cresta este para llegar al pie de la vía. El primer largo era supuestamente un V+, aunque sinceramente me supo a mucho menos, y tardé menos de 15 minutos en abrirlo. Comodísima reunión, excelente granito, y un tiempo inmejorable.
La fiesta empezó a partir del segundo largo. En la guía aconsejaban rodear un saliente de roca para evitar el dihedro, que estaba algo vegetado. Motivado con el primer largo (recuerdo soltar una frase a mi compi del tipo «bueeeeno parece que esto va a ser un paseo»), escalé hacia abajo un par de metros y rodeé el saliente traveseando hacia la izquierda unos cuatro o cinco metros. Había chapado una express en un cordino que me encontré en el camino y que parecía bastante decente, pero me quedé completamente bloqueado en una placa de adherencia de granito de libro. Ni una presa decente, ni un pie medianamente cómodo. Si has escalado en placa de granito sabes a lo que me refiero. Un infierno para los gemelos. Necesitaba chapar algo de protección antes de que los gemelos no me diesen más de sí. Le pegué un grito a Sarah para que mirara en la guía la descripción del largo. Ni idea de por dónde tenía que ir. Mala pinta.
— Escala la placa sin protección hasta el gran saliente que corta a lo largo de la placa — me leyó.
Vaya, pues iba bien encaminado. «Aquí esta el puto V+» — pensé, mientras desesperadamente intentaba enchufar un fisurero en una fisura que encontré dos metros volviendo hacia atrás. La fisura era de libro también… Casi completamente paralela, del ancho de un dedo. Como estaba un poco de los nervios, quise poner otro fisurero un palmo más arriba para ir segurísimo. Al tirar de él para ajustarlo se salió de golpe y me quedé con él en la mano. Del tirón, perdí el equilibrio y me abrí como una puerta. Sustito. Me hice un poco de caca pero conseguí mantenerme pegado a la roca.
Al final chapé un fisurero más y a lo bruto enchufé indices y medios de cada mano en la fisura, giré las muñecas y apreté para arriba. Sección de V+ superada (la verdad, me supo a algo más, pero bueno). Unos treinta metros más arriba (mucho más relajado) construí la reunión y pude vislumbrar los tres fisureros que se habían dejado los escaladores que fueron rescatados en helicóptero el mes anterior… ¡estábamos a punto de llevar a cabo la misión de rescate de los fisureros!
El tercer largo que abrí me pareció mucho más sencillo, aunque Sarah insitió en que era la parte mas difícil. Supongo que es mi aversión a las placas… la única dificultad del tercer largo era un techo desplomado muy cortito que se podía subir a lo gorila, con una cantidad de protección natural espectacular. Lo único, un par de bloques sueltos con los que había que andarse con ojo. Recuperamos los fisureros que se habían dejado los escaladores anteriores, (dos Camalots amarillos del #3 y uno gris del #4… un dineral), y llegamos a la parte de arriba de la cresta este.
Nos desencordamos y andamos unos 100 metros en la cresta rocosa con pies de plomo, que todavía había algo de peligro, y decidimos volvernos después de una muesca en la cresta. En dos rapeles en la cara norte estábamos en el campo de nieve. Muy satisfechos los dos, la verdad.
Nos tomamos el retorno al refugio con toda la calma, nos bañamos en el lago y llegamos 15 horas después de nuestra salida. Media botella de vino después estaba roncando como un monstruo. A todo esto, una vez en el refugio, devolvimos los Camalots recuperados para terminar nuestra misión con éxito.
Al día siguiente fuimos a hacer un poco de deportiva en las Shotwell Slabs (tres largos de 50 metros cada uno, grado V+, 6a+ y 6a adherencia pura y dura) y nos volvimos a Dunedin con una sonrisa en la cara y habiendo aprendido un montón. Por si fuera poco, el fin de semana siguiente era puente, así que probablemente volvería a las Darrans a por más granito.