Cascada de hielo y esquí – Circo de Gredos, día 2

De camino al canal del Ameal
La predicción del tiempo para el martes no era ideal, nublado en el Circo con posibilidad de alguna nevada débil. Bueno, como al levantarnos debajo del soportal en el que habíamos dormido el cielo estaba despejado, desayunamos y emprendimos el mismo camino que el día anterior en dirección al refugio Elola. Nuestra idea era escalar La Galana subiendo primero la canal del Ameal de Pablo, que llega a un collado a 2.449 metros (luego hay que perder un poco de altura bajando ya en dirección a la Galana, y subir hasta los 2.572 metros de la cima).

Última parte del camino hasta el refugio, que es cuesta abajo

Última parte del camino hasta el refugio

Otra vez volví a dejar los esquís en el refugio, por si acaso las condiciones de la nieve no eran muy buenas, pero lo cierto es que podía haber esquiado mucho más. El camino en dirección al collado entre el Ameal de Pablo y el Risco Moreno es guapísimo. Parece sacado de la película de El Señor de los Anillos, andando por un corredor con unas paredes verticales a cada lado. En fin, al llegar al canal del Ameal (bajo un sol maravilloso, a propósito) nos encontramos con un buen número de cascadas de hielo en las inmediaciones. No eran enormes, a lo mejor 30 o 40 metros, pero tenían muy buena pinta. En particular, había un par de ellas que corrían más o menos paralelas al canal, de manera que podíamos treparlas y seguir nuestro camino sin perder demasiado tiempo añadiendo algo un poco más técnico a un día que iba a ser mucho más relajado que el anterior.

La línea roja de la izquierda es la canal del Ameal, mientras la línea roja es la cascada que subimos

La línea roja de la izquierda es la canal del Ameal, la de la derecha es la cascada que subimos

La última parte de la vía que elegimos para subir al collado era bastante más suave que la cascada del principio
La última parte de la vía que elegimos para subir al collado era bastante más suave que la cascada del principio. Lo de arriba es mi culo, sí

La cascada de más a la derecha estaba orientada al sur, así que le pegaba todo el sol. Al acercarnos, decidimos no escalarla, porque corría algo de agua por detrás y el hielo sonaba bastante hueco. La cascada de la izquierda tenía muchísimo más hielo y era mucho más ancha. También era bastante más alta, así que Javi y yo empezamos a escalar. Cada uno empezó por un lado diferente de la cascada (creo que mi lado era algo más sencillo, porque tenía un par de descansos) y al final nos juntamos hacia la parte media de la subida, donde el hielo desaparecía para dejar la piedra al descubierto. Seguimos una fisura rellena de nieve en la que la inclinación no superaba los 40 grados para llegar al collado. La verdad es que fue bastante guapo, ¡pero desde luego nada más fácil que el resalte de la vía del día anterior!

Al llegar al collado, nos atrapó una nube que no nos dejaba ver La Galana (ni más de 50 metros a nuestro alrededor), así que tuvimos que dar la vuelta. A mí no me importó mucho, la verdad, porque eso significaba que me iba a dar tiempo a esquiar con la luz del día hasta el coche. Y es que eso del esquí de montaña ha supuesto una revelación personal.

Llegamos al coche aun con luz, y con una sonrisa de oreja a oreja por la gozada que supone esquiar por el monte después de un día tan largo. La ruta desde el parking al collado fueron 15km (ida y vuelta), y al ser ya el segundo día seguido de esquí de travesía, tenía una ampolla en cada espinilla. ¡El miércoles sería duro!

Recorrido en Runkeeper